Denominación de Origen Abadía Retuerta – Gestión del riego sostenible en una viticultura de Cambio Climático

2023-12-19T14:09:31+01:00 19 diciembre, 2023|

Por ÁLVARO PÉREZ NAVAZO DipWSET – Director Academia del Terruño de ABADÍA RETUERTA

 

En la DO Abadía Retuerta llevamos más de 30 años estudiando el clima de nuestro terruño. Conociendo y entendiendo los parámetros climáticos vamos a poder trabajar mejor la viña para mantener la tipicidad, la personalidad y el estilo de nuestros vinos añada tras añada.

El riego es todavía un aspecto controvertido en el mundo del vino, pero se debe evaluar un uso racional y preciso del mismo en estos tiempos de Cambio Climático. El sistema de riego más eficiente y que aprovecha cada gota de agua y por tanto más sostenible es el riego por goteo sectorizado por parcela, tipo de suelo y variedad.

Antes de la entrada en vigor de la nueva ley del vino estaba prohibido regar en España, esencialmente porque no se manejaba bien. Había un exceso de producción y afectaba claramente a la calidad de los vinos. Ahora está en manos de las autoridades locales y consejos reguladores de las Denominaciones de Origen que fijan fechas en las que se puede y no se puede regar, establecidas según “criterios de defensa y mejora de la calidad” y están abiertos a estudiar situaciones excepcionales si se diera el caso.

El terroir de la DO Abadía Retuerta.

La DO Abadía Retuerta se sitúa en el corazón del valle del Duero. Su terruño se caracteriza por la altitud, con viñas entre los 740 y los 850 metros de altura, con una pluviometría media escasa, de unos 400mm al año, los veranos son secos, y por tanto con un gran déficit hídrico durante el período activo de la vid. Las lluvias vienen por lo general en otoño e invierno, alimentando las reservas de agua en el suelo. Es lo que llamamos el período de acumulación de agua. Según estos parámetros esta zona está clasificada climáticamente como zona semi-árida.

En las últimas añadas el aumento de las temperaturas registradas durante el ciclo es considerable (integral térmica de Winkler y Amerine). Estamos viviendo frecuentes períodos de sequía que, sumado a las temperaturas más altas, provocan un mayor consumo de agua por parte de la viña. Las precipitaciones son más escasas y a menudo de carácter torrencial y por tanto con menor infiltración y aprovechamiento, raramente se alcanzan ya los 200mm de pluviometría anual. Cuando hablamos de pluviometría anual o de una añada en concreto, nos parece más acertado medirla desde el otoño anterior hasta la vendimia. Siendo el período de octubre a abril el que alimenta las reservas de agua en el suelo (período de acumulación) para dar paso al período de consumo durante el ciclo vegetativo de la viña, de mayo a septiembre. Por otro lado, los golpes de calor de más de 40ºC han pasado de ser algo excepcional a ser la norma todos los veranos, en ocasiones de hasta 8 o 10 días de duración.

En estas condiciones extremas de calor y sequía, las estrategias y mecanismos de defensa de la vid para sobrevivir no son suficientes y pueden afectar a la calidad y consistencia de las cosechas. Los rendimientos en uva son más bajos, es difícil mantener la vegetación en verano (defoliación), la fotosíntesis se reduce y hay bloqueos de madurez. La situación puede afectar a la acumulación de reservas para el año siguiente (dendrómetros) y a la fertilidad de las yemas como hemos visto estos años de brotación irregular. La uva en consecuencia es más pequeña o llega a pasificar por los golpes de sol (asurado) debido a la falta de sombreo por el reducido crecimiento vegetativo o la pérdida de hoja, dando como resultado vinos con una mayor concentración y con un perfil totalmente diferente al de hace sólo unos años.

Es cierto que el viñedo está diseñado para aguantar sequías y altas temperaturas, pero hasta cierto punto, cuando la situación es extrema se obtiene una calidad de uva y mostos variable, poco consistente o cuestionable. Y puede llegar a ser crítica la mera supervivencia de la viña, observándose cada vez más una mayor tasa de mortalidad.

abadia retuerta riego

 

Aportes medidos de agua. Cuándo y cuánto regar.

El agua es un bien escaso y en la DO Abadía Retuerta llevamos años observando y entendiendo las necesidades de la viña. Estamos trabajando con varios enfoques para conseguir nuestros objetivos, entre los que se encuentra el riego razonado de la viña, gota a gota.

Es clave el saber cuándo y cuánto regar. Podríamos decir que gestionamos dos tipos de riegos en Abadía Retuerta en situaciones extremas de Cambio Climático, son riegos de apoyo o de acompañamiento a la añada.

1.- Riego sostenible para las reservas de agua del suelo:

Durante el invierno y primavera monitorizamos las reservas de agua, teniendo en cuenta la textura y capacidad de retención de los suelos de la finca, con la ayuda de sensores de humedad en profundidad (Capacitancia). Idealmente nos gustaría iniciar la brotación con 100% de reservas de agua en el suelo (Capacidad de Campo) ya que sabemos que luego apenas vendrá agua durante el ciclo.

Si no llueve lo suficiente en el periodo de acumulación, y las reservas de agua en el suelo no son las adecuadas antes de brotación, es cuando aplicamos este riego sostenible, hacia el final del reposo vegetativo de la planta. Es cuando hay una mayor disponibilidad de agua en el río Duero (deshielo), y se aprovecharía el agua que se va río abajo, hasta perderse al llegar al océano Atlántico. Este es un riego más eficiente y sostenible ya que nos permite no tener que intervenir en verano cuando el agua es más escasa y hay más demanda.

Incluso estamos desarrollando iniciativas para el futuro que nos permitan almacenar el agua del deshielo para poder usarla más adelante, puntualmente, durante el verano. Las balsas de acumulación de agua se situarían en la parte alta del monte, favoreciendo la biodiversidad y permitiéndonos trabajar por gravedad desde las cotas de mayor altitud de la finca.

2.- Riegos de supervivencia

Durante el ciclo monitorizamos así mismo el estrés hídrico de la viña (cámara de Schölander y otros sistemas de medición en estudio), tratando de que el estrés no sea demasiado severo y al mismo tiempo observamos como se va consumiendo el agua en el suelo. Hemos fijado, por tipo de suelo, un límite inferior por debajo del cual la viña apenas trabaja (Punto de marchitez). Es cuando aportamos este riego de supervivencia teniendo en cuenta otros factores y situaciones extremas como la previsión meteorológica que nos avisa de los golpes de calor. Estos riegos se han observado efectivos incluso hasta unos días antes de la vendimia.

Tenemos en la finca parcelas testigo que se llevan en secano, para poder verificar y comparar el resultado de la gestión hídrica de la añada. Por regla general en añadas extremas se observa entre un 30% y hasta un 50% menos de cosecha, en ocasiones una brotación irregular, defoliación, dificultades para el desarrollo del ciclo y para llegar a una madurez plena y homogénea. En añadas menos extremas, se llega a madurez con parámetros parecidos a los que ofrecen las viñas gestionadas.

En definitiva, los objetivos del aporte medido y preciso de agua, no son alterar la personalidad de nuestro terruño, sino mantenerla. No se trata de regar de forma sistemática, sino exclusivamente cuando es necesario. No se trata de aumentar los rendimientos, sino situarlos con consistencia en el óptimo entre los 4.000 y 5.000 Kg/Ha, lo que aporta también sostenibilidad económica. Se trata de cuidar a la viña en los períodos más extremos para que viva muchos años, de asegurar una óptima madurez, con el tamaño de baya adecuado, siempre respetando el carácter y el perfil que nos ofrece la añada, para conseguir así elaborar los vinos del terruño de Abadía Retuerta.

Ir a Arriba