Durante el otoño, en Dehesa del Carrizal llevamos a cabo una de las tareas más importantes para enriquecer nuestro suelo: sembramos distintos tipos de cereal como avena o trigo y, en función de la parcela, añadimos a veces leguminosas como chícharos.
Este proceso es fundamental ya que conseguimos no solo mejorar la estructura del suelo, sino también descompactarlo, favoreciendo así su oxigenación y aportando materia orgánica. En otras palabras, damos vida a nuestro suelo.
Una vez pasado el invierno y con la llegada de la primavera, lo aireamos. Cortamos la siembra y la enterramos en el suelo para que no compita con la viña por el agua.
En el caso de la siguiente imagen, por ejemplo, sembramos una mezcla de trigo, avena y chícharos en el viñedo ERA:
En esta otra, en cambio, solo hay mezcla de trigo y avena en el viñedo CASA:
En muchas ocasiones se piensa que la labor del suelo consiste únicamente en mover la tierra de los viñedos. Sin embargo, es un trabajo que va mucho más allá. Esta labor es un conjunto de operaciones cuyo objetivo fundamental es mejorar el suelo y contribuir a la nutrición de la vid.
Con este proceso conseguimos aportar un entorno favorable a las raíces y mejorar la nutrición de las plantas. La vid se nutre por sus raíces, como la mayoría de plantas, y a través de esta labor logramos generar las mejores condiciones para que los elementos nutritivos del suelo lleguen bien a las raíces y permitan un buen desarrollo de la planta.
Cabe destacar que en nuestra bodega se lleva a cabo la labor del suelo en todo el viñedo. No obstante, prestamos especial atención a la hora de diferenciar las parcelas y las distintas variedades para que cada una obtenga el abono orgánico óptimo en función de su especie.